¿Cómo Se Producen Los Cambios En La Vida Cristiana?
Publicado por: Pastor Carlos Vargas Valdez
“…SOMOS TRANSFORMADOS A SU GLORIOSA IMAGEN” (2 Corintios 3:18 NTV)
Los cambios se producen con las crisis. Dios cambió el nombre de Jacob, que significa “impostor”, por Israel, cuyo significado es “el que reina con Dios”. Eso ocurrió en medio de una crisis. Cuando Jacob supo que tenía que volver a su tierra y enfrentarse a la ira de su hermano Esaú, con quien se había portado muy mal, se angustió.
Aquella noche en su tienda luchó contra el ángel del Señor. Sin embargo el cambio no vino rápida ni fácilmente, ya que la Biblia dice que peleó hasta el amanecer. Jacob pronto comprendió que estaba batallando con Dios y que era una lucha que no podía ganar. De la misma forma, Dios dejará que batalles con un asunto que no puedes resolver a fin de captar tu atención. Te llevará al momento en que digas: “No puedo soportar esta situación. Es demasiado para mí. ¡Necesito a Dios!”.
Si así te sientes hoy, estás a punto de llegar a un momento crítico de cambio, pero si le estás pidiendo a Dios que te haga sentir cómodo en medio de la prueba, olvídalo, eso no va a suceder. “Como un águila que agita el nido … sólo el Señor lo guiaba” (Deuteronomio 32:11-12 CST). El águila vuelca el nido y empuja a sus polluelos por un acantilado para enseñarles a volar. ¿Te imaginas lo que deben pensar las avecillas? “¡Es mi madre la que nos hace esto!”. De esta forma hará Dios contigo. Permitirá que pases por alguna crisis para llamar tu atención. Él sabe que no cambiarás hasta que el dolor que estás experimentando sobrepase al miedo de cambiar. La conclusión es: “El Señor, quien es el Espíritu, nos hace más y más parecidos a Él a medida que somos transformados a Su gloriosa imagen” (2 Corintios 3:18 NTV).
¿Cómo Se Producen Los Cambios En La Vida del Cristiano?
“… ¡NO TE SOLTARÉ HASTA QUE ME BENDIGAS!” (Génesis 32:26 NVI)
Los cambios ocurren cuando hay compromiso. Cuando Jacob se dio cuenta de que estaba luchando con el ángel del Señor, dijo: “¡No te soltaré hasta que me bendigas!”. Eso es lo que hace falta: compromiso. Jacob era comprometido e insistente; no se le quitaba algo de la cabeza hasta que encontraba la forma de conseguirlo. No le agradaba en absoluto la situación en la que se encontraba (a lo mejor a ti tampoco te gusta donde estás), pues era frustrante y lo estaba abrumando. Sin embargo, estaba totalmente empeñado en aguantar hasta que Dios cambiara las cosas y lo favoreciera. Cuando Dios capta nuestra atención en medio de una crisis, no siempre la resuelve de inmediato sino que espera a ver si somos comprometidos.
Estamos tan condicionados a tener las cosas al momento (comida instantánea, acceso a Internet en un instante, éxito inmediato, etc.) que cuando no recibimos una respuesta rápida a nuestras oraciones o experimentamos un cambio radical instantáneo, decimos: “Olvídalo Señor”. Fíjate que no te metiste en este problema de repente, por lo que tampoco saldrás de él de inmediato. A veces Dios tiene que eliminar nuestras debilidades capa por capa. Los expertos nos dicen que se necesitan seis semanas para que algo se convierta en un hábito. Adquiere el hábito de orar y leer la Biblia a diario y de aprender a amar a tu cónyuge de nuevo. Seis semanas, 42 días, más de mil horas; y satanás hará lo que pueda para impedirlo. Entonces, ¿qué debes hacer? Pasar tiempo con Dios. “Mas los que esperan en el Señor tendrán nuevas fuerzas, levantarán alas como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán” (Isaías 40:31).
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¿Cómo Se Producen Los Cambios En La Vida Cristiana?
¿Cómo Se Producen Los Cambios En La Vida del Creyente?
“ —¿CÓMO TE LLAMAS? LE PREGUNTÓ EL HOMBRE. ME LLAMO JACOB RESPONDIÓ” (Génesis 32:27 NVI)
Los cambios se producen con la confesión. Al identificarse a sí mismo como “Jacob”, cuyo significado es “impostor”, el patriarca bíblico estaba admitiendo su defecto. Esta es una parte importante del proceso que Dios usa para transformarnos, ya que nunca cambiamos hasta que afrontamos y reconocemos con franqueza nuestros fallos, pecados, debilidades y errores. Necesitamos decir: “Señor, tengo un problema. Estoy metido en un lío y reconozco que me equivoqué”. Ahí Dios interviene. ¿Te has dado cuenta de lo fácil que es poner excusas? Somos expertos en culpar a otros y en decir cosas como: “No es mi culpa, sino del ambiente en donde me crié; mis padres son responsables”; o también: “Mi jefe tiene la culpa del problema que tengo en el trabajo”
¿Por qué actuamos y hablamos de esta manera?
Porque nos cuesta mucho reconocer nuestros errores y defectos y porque nos da miedo pedir ayuda. ¿Por qué necesitamos confesar nuestras faltas a Dios? ¿Para hacerle saber lo que ha ocurrido? En absoluto. ¡Dios lo sabe todo!
Cuando le confesamos nuestros pecados, Él no se sorprende porque conoce nuestros problemas de principio a fin. El motivo de la confesión es que Él quiere que reconozcamos: “Señor, tienes razón. Tengo un problema; me he equivocado”.
Admitir nuestros errores es humillante, pero una vez que lo hacemos, Dios nos brinda Su fortaleza, con la cual vamos a mejorar. A partir de ahí, comenzamos a ser la persona que siempre hemos querido ser. Dios te ama tal y como eres, pero te quiere demasiado como para dejarte en el estado en el que te encuentras.
¿Cómo Se Producen Los Cambios Con Dios En La Biblia?
“JACOB LLAMÓ A ESE LUGAR PENUEL, PORQUE DIJO: «HE VISTO A DIOS CARA A CARA…»” (Génesis 32:30 NVI)
Los cambios se producen con la cooperación. Dios comenzó a cambiar a Jacob en el momento en que este reconoció quién era y se dispuso a colaborar en el plan del Señor. Por esta razón, Jacob llamó al lugar donde luchó con el ángel “Penuel”(Peniel), que significa “rostro de Dios”. Tarde o temprano, todos tendremos que encontrarnos cara a cara con Dios, y solo entonces Él nos podrá cambiar. El mensaje de Dios a Jacob fue:
“Ahora podemos emprender cosas juntos. Colabora conmigo y confía en mí. Haré los cambios que deseas y te bendeciré”. Fíjate en que Dios no dijo: “Esfuérzate y usa tu fuerza de voluntad para ser perfecto”; porque el Señor sabe que eso no funciona. La fuerza de voluntad por sí sola no genera una transformación permanente en nuestras vidas, pues únicamente trata con las circunstancias externas. La motivación interior provoca un cambio duradero, y eso es de lo que Dios se hace cargo.
Él le dijo a Jacob: “Ya no te llamarás Jacob, sino Israel…” (Génesis 32:28 NVI); y nunca este hombre volvería a ser el mismo. Una vez que tienes un encuentro personal con el Dios viviente, Él te cambia como lo hizo con Jacob. Dios vio su potencial, y Jacob pasó de ser “impostor” a “príncipe”. El Señor miró más allá de las apariencias de alguien que se presentaba como un tipo duro y curtido por la vida.
Dios vio todas sus debilidades, pero también lo que había detrás de la fachada: “Ese no eres tú Jacob, sino que eres un Israel, un príncipe”. Y lo mismo ocurre con cada uno de nosotros: “…Somos … herederos … y coherederos con Cristo … también tendremos parte con Él en Su gloria” (Romanos 8:16-17 NVI).
Como bien escribe Pablo: “El que comenzó tan buena obra en vosotros la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús” (Filipenses 1:6 CST).